Qué hacer ante las malas contestaciones de nuestros hijos

La forma que tienen los niños de expresarse varía en función de la edad y de su desarrollo. Cuando son bebés lo habitual es que lloren desconsoladamente, pues no entienden qué ocurre a su alrededor. Pero conforme van creciendo, irán teniendo una mayor compresión de lo que sucede en su entorno y de sus propios intereses. Así, de los 6 a los 12 años empiezan a enfadarse por motivos más maduros como cuando perciben una injusticia, al sentirse rechazados o criticados. Un modo de mostrar su desacuerdo es mediante las malas contestaciones, sobre todo ante las llamadas de atención de los padres. Aparecen entonces los “no me da la gana”, “no quiero” e, incluso, insultos como “eres tonto”.

Mientras van evolucionando emocionalmente también lo hacen de manera verbal y comunicativa, y van adquiriendo mayor vocabulario, que usan para manifestar sus sentimientos. Es importante que nuestros hijos aprendan que está bien enfadarse, pero que hay que saber identificar el porqué de su molestia y el cómo, dónde y a quién revelar ese enfado.

 

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