Sobreprotección (artículo de José María Buceta)
Hace días me encontré con Diego López (portero del Español), con el que coincidí en el Castilla cuando yo trabajaba como psicólogo en ese club. En muchas ocasiones le he puesto como ejemplo de perseverancia y profesionalidad. Estuvo una temporada sin jugar un solo partido hasta que el entrenador le puso en el último de la liga, que era intrascendente.
¿Intrascendente? Para el equipo, sí; pero para él, no. Aprovechó la oportunidad y fue el portero que jugó los partidos del play-off de ascenso. Después, su carrera ha sido muy buena, ocupando las porterías de equipos profesionales de primer nivel como Real Madrid, Villarreal, Sevilla y, ahora, Español.
¿Cómo lo hizo? Estando preparado cuando esa ocasión le llegó. He conocido a otros que en la suplencia se han quejado de lo “injusta” que era su situación y, ocupados en lamentarse por una decisión que no dependía de ellos, han tirado la toalla o han descuidado su preparación; y cuando pasó el tren de la oportunidad, no estaban listos para cogerlo. Durante ese año, Diego fue un ejemplo de no quejarse, entrenar como si fuera a jugar cada domingo y cuidarse al máximo para estar listo cuando el entrenador lo creyera oportuno, y esa perseverancia tuvo su recompensa. No es fácil esforzarte día tras día viendo que no obtienes el resultado inmediato que te gustaría, pero en eso consiste la perseverancia. Cuando el viento sopla a favor es fácil estar motivado y seguir avanzando; pero cuando ruge en contra, la fortaleza mental es la clave para no rendirte y continuar luchando.