Un estudio relaciona el elevado consumo de bebidas azucaradas con un aumento del riesgo de cáncer

Con el verano llega el calor, las altas temperaturas y el placer de tomar un refresco al borde de la piscina. Parece un acto inofensivo. Pero en el interior de esa bebida hay, probablemente, 6 terrones de azúcar, el equivalente a unos 40 gramos del dulce ingrediente. Si, además, hemos desayunado con un café y galletas o cereales y un zumo, hemos comido algún alimento procesado, rematado con un helado y deleitado con una horchata, al acabar el día, es posible que hayamos superado los 100 gramos del blanco compuesto, más del doble de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Y esta alerta no se refiere a un día de exceso. Así son los hábitos de la media habitual de consumo de nuestra sociedad.

Según la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición, ingerimos un 120% más del azúcar que deberíamos y el 22% de este azúcar que tomamos lo hacemos al beber un refresco azucarado. ¿Nos pasan factura estos atractivos brebajes? Infinidad de estudios médicos analizan las consecuencias de nuestros hábitos alimenticios. El último, publicado este miércoles en la revista British Medical Journal (BMJ) relaciona la toma de bebidas azucaradas con un mayor riesgo de padecer cáncer. El trabajo se ha desarrollado en Francia, con un seguimiento de más de 100.000 pacientes durante cinco a 10 años, midiendo la cantidad de bebidas azucaradas que consumían y teniendo en cuenta una larga lista de factores de riesgo.

 

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