Por qué no debemos comparar a nuestros hijos con los de los demás

Los humanos utilizamos la comparación para establecer relaciones y discrepancias entre dos o más cosas, es una forma de organizar la información y nos sirve también para entender el mundo, aportándonos referentes.

Los padres tendemos a comparar a nuestros hijos con otros niños desde que son pequeños, es una forma de saber si este está teniendo un desarrollo normal o si hay algo por lo que nos debamos preocupar. Pero ¿qué ocurre cuando los hacemos partícipes de esto?

¿Para qué utilizamos las comparaciones entre niños? 

Muchas veces los padres comparamos a nuestros hijos con otros niños y ni siquiera somos conscientes de que lo hacemos. Por ejemplo, si queremos enseñarle una habilidad como montar en bici, podemos señalar a otro que sí que sabe para que pueda servirles de modelo, o si queremos que aprenda a esperar su turno para hablar, le nombramos a un amiguito del parque que nunca corta las conversaciones de su madre con otros adultos.

Utilizamos la comparación como una forma de motivarlos para que adquieran una habilidad, una conducta o una cualidad que nosotros consideramos que puede ser beneficiosa. Pero en realidad les estamos dejando entrever cómo queremos que sean sin dejar espacio a sus características y habilidades reales, entonces ¿es realmente beneficioso comparar a unos niños con otros?

 

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