Cómo trabajar la resiliencia (o por qué no has de tener miedo al fracaso)
La capacidad de afrontar situaciones adversas, llegando incluso a empoderarse con ellas, es una de las habilidades más demandadas en el actual mercado laboral.
Para alcanzar el éxito, es necesario haber superado ciertos momentos de frustración: ambos van de la mano y uno no puede existir sin el otro. Para Karen Rinaldi, editora y autora de ‘Hazlo fatal, pero hazlo igualmente’, “ser capaces de aceptar e incluso cultivar aquello que hacemos mal puede ser transformador”. Bien lo sabe esta periodista, que antes de fundar el sello editorial HarperWave en HarperCollins y llevar incluso una de sus novelas al cine, intentó dedicarse a varios deportes con poca suerte y menos pericia. ¿Cómo superar entonces las piedras en el camino y volver a levantarse? La respuesta reside en la capacidad y estilo para afrontar situaciones adversas, más conocida como resiliencia.
“Ninguna herida es un destino”, explica el neurólogo y psiquiatra Boris Cyrulnik sobre esta capacidad, que él define como “el arte de metamorfosear el dolor para dotarlo de sentido, la capacidad de sentirse feliz incluso con heridas en el alma”. Es, por tanto, una habilidad que entra dentro del paquete de las denominadas ‘soft skills’ o habilidades blandas, que cada vez valoran más los departamentos de Recursos Humanos.
Resiliencia en el entorno laboral
El lugar de trabajo presenta una gama de diferentes situaciones que pueden llevar a la frustración y al fracaso, y, por ende, a forjar las habilidades para superarlos. Durante 12 años, S. Maddi y D. Khoshaba estudiaron a los empleados de una gran empresa de telecomunicaciones de EEUU que estaba en pleno proceso de desregulación, en un ambiente de constante cambio y con puestos de trabajo en juego.
En este tiempo, casi el 50% de los empleados fracasaron porque perdieron su trabajo y dos tercios más experimentaron eventos estresantes significativos: divorcio, depresión y ansiedad o ataques cardíacos. A pesar de esto, los trabajadores que mantuvieron sus puestos subieron a la cima, y los que perdieron iniciaron sus propios negocios o consiguieron empleos “estratégicamente importantes” en otras empresas.